Hace muchos, muchos años existía, en la ciudad de Bagdad, una
amistad como jamás ha habido otra. Casim y Alí se conocieron en la infancia y
permanecieron juntos durante la pubertad y en la juventud. Juntos se alistaron
en las filas del sultán, para luchar contra los bandidos del desierto, y juntos
regresaron a casa sanos y salvos.
Jamás hubo una
disputa entre ellos, ni nunca sintieron celos por la suerte del otro; se
querían profundamente y ninguna sombra enturbió su amistad.
Y pasaron los años,
y los dos amigos continuaron unidos, ayudándose mutuamente, disfrutando de las
cosas placenteras y soportando juntos la adversidad.
Pero un día, el
genio de la discordia, que los había observado durante todos esos años, quiso
comprobar cuán fuerte era su amistad, si sería capaz de soportarlo todo. Y así,
el genio le entregó a Casim un caballo, rojo como el ocaso y ligero como un
tifón. Era el animal más fogoso y veloz que se hubiera visto jamás en Bagdad y
Casim se sintió feliz.
Cabalgó sobre él
por el desierto, dejando que la brisa agitara sus cabellos y sintiendo bajo sus
piernas los poderosos músculos del corcel, que le impulsaban hacia delante sin
ningún esfuerzo. Y por primera vez en su vida, se sintió completamente libre,
hijo de las estrellas y hermano del viento.
Por fin regresó a
la ciudad y, en el establo cepilló al caballo hasta que brilló tanto como los
rayos del sol. Luego entró en casa y allí encontró a su amigo Alí.
- En verdad, es un
hermoso corcel - le dijo éste, contento por Casim.
Pero entonces,
Casim se entristeció pues, de pronto, se dio cuenta de que su amigo no había
tenido la misma suerte que él. Al día siguiente, se alejó de Bagdad y viajó,
sin descanso por ciudades y pueblos, buscando un caballo tan magnífico como el
suyo, pero todos los que encontraba eran inferiores. Hasta que un día llegó a
un campamento de nómadas y vio una yegua tan negra como la noche, de cuello
arqueado y patas esbeltas.
- Pídeme lo que
quieras a cambio de un potro de esa yegua, fecundada por mi semental - le dijo
Casim al dueño del animal.
- Trabaja para mí
durante dos años y el potro será tuyo.
Casim aceptó el
trato y durante los siguientes dos años siguió al nómada en su deambular entre
las dunas, de oasis en oasis y le sirvió fielmente.
Cuando el tiempo
establecido transcurrió, Casim regresó a Bagdad con un potro tan negro como su
madre y con las crines y la cola rojas como las llamas.
Alí recibió el
regalo con enorme alegría y a partir de ese día, cabalgaron juntos, tan veloces
como el viento y tan unidos como si un sólo espíritu habitara los dos cuerpos.
Pero el genio aún
no estaba satisfecho y proporcionó a Alí una mujer tan blanca como la luna y
tan suave como el satén. Y Alí se enamoró perdidamente de ella y la tomó por
esposa.
- Has tenido mucha
suerte, Alí. Tu esposa es tan dulce como la miel y tan hermosa como una flor -
se alegró Casim.
Pero Alí se dio
cuenta de lo solo que estaba su amigo. Se dirigió de inmediato al palacio y
pidió audiencia al sultán.
- Entrégame a la
más bella de tus hijas para que sea la esposa de mi amigo, y tuyo será mi
corcel de crines de fuego.
El sultán accedió y
de esta forma, Casim se casó con la hija más joven del sultán que era tan
hermosa y grácil como una gacela.
Los dos amigos
volvieron a sentirse felices, y más aún cuando Alí tuvo una hija y Casim, un
hijo, pues pensaron que estarían todavía más unidos si sus hijos se casaban
algún día.
Ese día llegó
efectivamente, dieciocho años más tarde, y Alí y Casim asistieron orgullosos a
la boda de sus amados hijos. Él era alto y apuesto, ella tenía la piel dorada
como la arena del desierto y tan fragante como la flor de azahar.
Los años volvieron
a pasar llenos de felicidad, pero el genio de la discordia intervino una vez
más, haciendo que los celos anidaran en los corazones de los hijos de Casim y
Alí.
- Mi esposa se
siente atraída por otros hombres - se quejó el esposo a su padre Casim.
- Mi marido busca
placer en otros lechos - lloró la esposa en los brazos de Alí.
Y cada padre dio la
razón a su hijo y lo que nunca antes había ocurrido, sucedió: Alí y Casim
discutieron y rompieron su amistad.
No volvieron a
hablarse, ni a compartir alegrías ni desdichas, y cuando, por casualidad, se
cruzaban en las estrechas callejuelas de Bagdad, volvían la cara pues ni
mirarse querían.
Y allá entre las
nubes, en el palacio del genio de la discordia, éste reía y bailaba de alegría
pues había logrado triunfar, había conseguido romper tan estrecha amistad.
Pero, una noche,
Alí acudió desesperado a casa de Casim.
- Mi hija está
enferma y tú eres el mejor médico de Bagdad; si la curas, todo lo que poseo
será tuyo.
Casim le acompañó a
su casa, preparó remedios de hierbas y puso en práctica todos sus conocimientos
de medicina para curar a la joven.
Al poco tiempo, la
muchacha sanó y entonces, Alí se encerró en su casa porque temía que Casim le
reclamara como pago lo que le ofreció: todo cuanto poseía en el mundo; sin
embargo, su antiguo amigo no le pidió nada.
Y unos meses
después, fue Casim quien llamó a la puerta de Alí.
- Mi hijo ha caído
en desgracia y tú eres el mejor orador de la ciudad. Si le salvas, te daré todo
cuánto es mío.
Alí preparó el
mejor discurso que había escrito jamás y convenció al juez de la inocencia del
joven. Y también Casim tuvo miedo de perder todas sus riquezas y evitó a su
amigo, pero éste tampoco le reclamó nada.
La primavera dio
paso al verano, y una soleada mañana de julio, el hijo de Casim tropezó con su
esposa en el mercado. Hacía mucho tiempo que no la veía y, como siempre, se
sintió asombrado de su belleza. El cabello negro, relucía como el azabache bajo
la intensa luz del sol y los ojos grandes y profundos se clavaron en los suyos,
hablando directamente a su corazón. Y de pronto, en ambos renació el amor y,
cogidos de la mano, regresaron a su casa que había permanecido deshabitada
durante todos esos meses de resentimiento y de dolor.
Esa noche yacieron
juntos de nuevo y concibieron a su hijo, el nieto de Casim y Alí. Y cuando, los
dos amigos se enteraron, se sintieron avergonzados por haber permitido que su
amistad se resquebrajara y por no haber confiado en el otro, como siempre habían
hecho; pero tampoco entonces, se atrevieron a acercarse y día tras día,
continuaron evitándose.
Durante la
primavera siguiente, nació el niño y Alí y Casim volvieron a encontrarse por
fin. Y aunque, al principio se miraron a hurtadillas sin decidirse, ninguno de
los dos, a dar el primer paso, luego casi al mismo tiempo se abrazaron,
olvidando por completo sus pasadas desavenencias.
- Ahora estamos más
unidos que nunca - dijo Alí sonriendo.
- Sí, unidos en
este niño, por cuyas venas corre la sangre de ambos - respondió Casim tan feliz
como su amigo -. A partir de este momento, nada ni nadie conseguirá romper
nuestra amistad.
En ese instante, un
grito de rabia se escuchó entre las nubes, pues el genio de la discordia
comprendió que las palabras de Casim eran ciertas y que jamás lograría triunfar
sobre ellos.
Hola Minu,que preciosidad me ha encantado y emocionado y me alegra que al final siempre ganara la amistad y el amor,gracias por compartir,besossssssss...
ResponderEliminarHola, MLuisa, qué bien que te haya gustado. Besosss.
EliminarMinu, es precioso, me gusto mucho.
ResponderEliminarMil gracias por compartir.
Besos
Hola, MªLuisa. Me alegro mucho de que te haya gustado. Besoss.
Eliminarminu este relato esta super hermoso a mis hijos les encanto ya ellos son tus fans jajajajajajajaja quieren que les pase tus escritos a su psp me tienen loca con eso eres un sol besos
ResponderEliminarJajaja, Ono, me encanta que les guste a tus hijos, cuando estén todos puestos, haré un libro de cuentos y los pasaré a pdf, así podrán leer todos más cómodamente. Besoss.
EliminarFina. WWWUUUAAAUUU Minu esta muyyy bueno, son pocas las personas que lo dan todo por un amigo y este corto es un mensaje para ser mejores amigos,muchas gracias por el relato, besos, chao
ResponderEliminarHola, Fina. Quería escribir sobre la amistad incondicional que perdura a través del tiempo y los obstáculos. Besoss.
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ResponderEliminarMuchas gracias, Billy. Me das un montón de ánimos para seguir subiendo cuentos, que ya tenía este blog un poco olvidado. Besoss.
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