CAPÍTULO 4
Al día
siguiente, los dos hermanos se dirigieron hacia el siguiente templete, en las
cavernas de Alior. Habían recorrido mucho camino bajo un sol sofocante, cuando
Nyx aburrido sacó la pequeña flauta y sopló. Una única nota salió del pequeño
instrumento y resonó en el campo; un
momento después brilló una extraña luz blanca y frente a ellos se materializó
un espléndido unicornio. Era más grande que un caballo y de un blanco
resplandeciente, de su frente brotaba un largo cuerno en espiral tan afilado
como un cuchillo. El animal se acercó a Nyx dócilmente y bajó la cabeza
invitándole a subir, éste miró a su hermano asombrado.
—Parece que
has hecho un buen negocio por tu mechón de pelo —sonrió Artus ayudando a subir
a Nyx al alto unicornio. Después subió él de un ágil salto, colocándose detrás
de su hermano y rodeándole con un brazo la cintura mientras que, con la otra
mano, sujetaba las crines del animal.
En cuanto
ambos estuvieron preparados, el unicornio comenzó a galopar con una ligereza y
rapidez sorprendente.
—¡Qué tonto
he sido! —se lamentó Nyx—. Podía haber probado la flauta mucho antes y habernos
ahorrado esa caminata bajo el sol.
—No te quejes
y disfruta de tu buena suerte.
Avanzaron a
gran velocidad hasta el atardecer. Entonces, el corcel se detuvo y bajó la
cabeza otra vez. Los dos hermanos bajaron y el blanco unicornio se desvaneció
con otro estallido de luz.
—¿Por qué ha
desaparecido? —le preguntó Nyx al mago.
—Supongo que,
al ser una criatura mágica, sólo tendrá un tiempo limitado para servirte
—contestó Artus—. Será mejor que sólo utilicemos la flauta cuando nos haga
realmente falta, ya que no sabemos cuánto tiempo tarda en recuperar su poder.
—¡Oh, no!
Otra vez tenemos que caminar —se quejó Nyx que había disfrutado enormemente con
la cabalgada.
—No protestes
—le dijo Artus dándole un capón—, gracias al unicornio hemos ahorrado mucho
tiempo, y enseguida llegaremos a Cyrsis.
Llegaron a la
ciudad al anochecer y buscaron una posada para pasar la noche. En el barrio de
los artesanos encontraron una que les pareció adecuada; se llamaba La sirena varada y su especialidad era
el pescado, así que los dos hermanos cenaron truchas ahumadas con salsa de
nueces y guisantes.
Nyx engulló
el pescado con una rapidez alarmante ya que Cyrsis era famosa por sus
representaciones teatrales y él no estaba dispuesto a perderse el espectáculo.
Artus parecía comer con relativa calma, sin embargo terminó a la vez que su
hermano y ambos salieron a ver la representación.
Cuando
llegaron, había ya mucha gente y tuvieron que colocarse muy atrás. Artus, con
su elevada estatura no tuvo ningún problema en ver la representación pero su
hermano pequeño sólo veía cabezas.
—No veo nada
—se quejó desilusionado.
—Oh, muy bien
—suspiró Artus agachándose—. Sube a mis hombros.
Nyx se
encaramó en la espalda del mago con la felicidad pintada en el rostro y Artus
se irguió sin ningún esfuerzo.
Una vez
terminada la representación, regresaron paseando lentamente a la posada. Nyx
miró a su hermano con envidia.
—¿A qué edad
te hiciste tan alto? —le preguntó de repente.
Artus le miró
sorprendido.
—No lo sé
exactamente. Ocurrió sin que me diera cuenta.
Luego,
comprendiendo a dónde quería ir a parar su hermano, continuó algo vacilante.
—Nuestro
padre era muy alto y yo me parezco a él. —Miró a Nyx—. Tú te pareces más a
nuestra madre, que era delgada y pequeña.
—¿Quieres
decir con eso que siempre voy a ser un canijo enclencle? —preguntó el niño
preocupado.
—Yo no he
dicho eso —se apresuró a corregirlo Artus—. Eres bastante alto para tu edad,
además quién sabe lo que llegarás a crecer dentro de unos años.
Nyx se quedó
pensativo un momento, pero enseguida sonrió y cogiendo a su hermano de la mano,
tiró de él.
—Apresúrate,
si nos damos prisa todavía podremos comer algo antes de acostarnos.
Artus le miró
asombrado y movió la cabeza sonriendo, su hermano nunca cambiaría.
Al amanecer
abandonaron Cyrsis y después de cuatro días de marcha llegaron a las cavernas
de Alior.
—Escúchame
con atención —dijo Artus a su hermano con el rostro muy serio—. Quiero que
sujetes mi brazo y no lo sueltes bajo ningún concepto.
Nyx asintió
impresionado por la seriedad de su hermano y se agarró del brazo izquierdo de
Artus, que avanzó hacia el interior de la caverna pronunciando un hechizo
mentalmente. En cuanto entraron, la oscuridad se hizo absoluta pero al momento
apareció en la mano de Artus una esfera que relucía tenuemente. Era la máxima
luz que se podía lograr en las cavernas de Alior. Con la otra mano, el mago iba
marcando las paredes con una línea de luminosidad apenas distinguible.
Avanzaron en
esta oscuridad, apenas atenuada, durante aproximadamente dos horas que le
parecieron eternas a Nyx. De pronto, notó un brillo un poco por encima de él;
el brillo se acercó algo más, flotando entre las tinieblas y Nyx distinguió un
pequeño pez plateado que parecía nadar en un mar de negrura.
Poco después,
apareció otro dorado y más abajo, otro más que parecía reflejar todos los
colores del arco iris.
El niño los
miró maravillado y, por un momento, soltó la manga de su hermano. Enseguida
intentó volver a sujetarla pero ya no estaba allí; miró a su alrededor pero
todo era oscuridad, los peces habían desaparecido y su hermano también.
Iba a llamar
a Artus cuando una vibración extraña en el aire se lo impidió y se sintió
impelido a avanzar como si unos hilos invisibles tiraran de él.
De pronto,
vio una alta figura justo en frente y Nyx creyó que era su hermano, pero
enseguida se dio cuenta de que era otra persona, que poseía una tez blanca,
facciones perfectas y con un extraño brillo rojizo en los negros ojos. El
misterioso ser abrió los brazos, invitándole a acercarse y como antes, los
hilos invisibles le obligaron a avanzar. Cuando llegó junto a él, dos alas se
extendieron desde su espalda; eran como las alas de un murciélago y de un negro
brillante y en el momento en que los brazos de acero rodearon a Nyx, las alas
le envolvieron.
Al muchacho
todo le había parecido un sueño hasta que sintió un lacerante dolor en el
cuello, al penetrar en él, dos afilados colmillos que enseguida empezaron a
absorber su sangre con ansia. Nyx intentó soltarse pero los brazos del ser le
apretaron hasta dejarle casi sin respiración. Estaba a punto de desmayarse
cuando notó que el terrible abrazo se aflojaba y que los colmillos se retiraban
de su garganta.
Artus disparó
un rayo de energía contra el vampiro y cogió a su hermano entre sus brazos
antes de que cayera al suelo. Se alejó un poco del cadáver de la criatura y
depositó suavemente en el suelo a Nyx.
—Nyx. ¡Nyx!
—le llamó hasta que el chico abrió los ojos—. ¿Cómo estás?
—No tan mal
como parezco —respondió débilmente, al ver la ansiedad en el rostro de su
hermano.
—Oh, Nyx.
Creí volverme loco de preocupación cuando desapareciste. ¿Por qué te soltaste?
—le preguntó con irritación, pero se interrumpió y le acarició el cabello—.
Bueno, eso no importa ahora.
Cogió un
trozo de tela limpia y rodeó con él el cuello de Nyx para que las heridas
dejaran de sangrar.
—Lo siento
—dijo el niño con un hilillo de voz.
—Te he dicho
que no importa. No pienses más en ello —dijo Artus suavemente y se concentró en
preparar un poco de sopa de avena, intentando no pensar en el peligro que había
corrido su hermano, ni en la angustia que había sentido él cuando se dio cuenta
de que Nyx no estaba a su lado.
—Tómate esto.
—Le incorporó apoyándole sobre su hombro e hizo que se comiera toda la sopa,
después volvió a recostarlo sobre su gruesa capa de viaje, tapándole con la de
Nyx—. Ahora duérmete.
Nyx le
obedeció; cerró los ojos y casi al instante se quedó dormido. Artus se sentó a
su lado vigilando las espesas tinieblas.
Después de
varias horas, el hechicero sacudió suavemente a su hermano.
—Despierta
—dijo ayudándole a incorporarse—. ¿Tienes fuerzas para proseguir?
—Creo que sí
—respondió Nyx intentando que su voz no sonase débil.
—Está bien.
Tenemos que llegar hasta el templete. —Artus le miró preocupado—. ¿Estás seguro
de que puedes hacerlo?
—-Claro que
sí. —Le sonrió Nyx con optimismo. Y
aunque algo mareado consiguió ponerse de pie, apoyándose en el brazo de su
hermano.
De esta
forma, avanzaron en la oscuridad siguiendo la tenue fosforescencia que había
dejado marcada el mago en la pared. Nyx intentaba sacar fuerzas de flaqueza
pero Artus prácticamente le llevaba en volandas.
Por fin llegaron
al templete de obsidiana y Artus entró, después de dejar a su hermano sentado
sobre una roca y salió tras un instante con la negra esfera, sin que Nyx
hubiera podido distinguir ningún resplandor en la oscuridad reinante.
Tardaron
varias horas más en volver a salir de la caverna, siguiendo las marcas
luminosas de Artus, pero al fin, con su agotado hermano en brazos, el mago
consiguió traspasar la entrada y salir a la cálida luz del día. Buscó un lugar
adecuado para acampar y permanecieron allí hasta que Nyx estuvo completamente
recuperado.
Hola Minu. Esta vez si he estado al loro, jijijijij
ResponderEliminarEste nuevo capitulo ha estado muy bien. Ni por asomo me iba imaginar que al hacer sonar la flauta, apareciera un unicornio, jajajaja.Me ha gustado la escena de la plaza cuando Nyx se queja de que no puede ver la representacion y Artur lo sube a sus hombros y como constatemente está pendiente de él. Y seguimos viendo que un poco despistado es, ya que le dice que no lo suelte y es lo primero que hace, ¿tendra esa mordida alguna repercusion?
Bueno esperando el próximo capitulo y ver que nuevas aventuras les tocan atravesar a estos hermanos tan encantadores.
Muchas gracias minu por compartir.
Besosss
Hola, Ross. Lo de la flauta ha sido un chollo, jajaja. Gracias por comentar, besoss.
ResponderEliminarMinuu! Ha enamoré del vamnpiro de tez blanca! Puede ser benny? jajajajaja
ResponderEliminarEste relato cada vez se pone mas emocionante! Me encanta las escenas de magia! Es como Harry Potterrr pero escrito por una amiga miaaaaaaaa
Besosss
Jajaja, pero si es Benny ya está muerto porque se lo ha cargado Artus. Y yo que pensaba que le tenías tanto cariño...
EliminarHola, Minu.
ResponderEliminarNo me esperaba que la flauta resultara tan útil, jeje
Espero que Nyx no sufra ningún daño permanente a causa de la mordida del espeluznante vampiro ;p
Cada vez la historia se pone mejor.
Gracias por el capi.
Besos
Gracias, Ana. Se me había pasado contestarte, perdona. Tanto sospechar del pobre gnomo y le ha dado un regalo estupendo a Nyx, jajaja. Besoss.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarJajaja, Saito os ha pegado a todos su obsesión con Benny. A mí también me encanta Alejandro Casona, y otra de mis obras favoritas es "Prohibido suicidarse en primavera". Voy a ver si la subo un día de estos a la Gata Curiosa.
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