sábado, 31 de agosto de 2013

LA MAGIA DEL ORYX 7



CAPÍTULO 7
 
El Calderón era un barco de unos seis metros, de formas esbeltas y velas rojas que, rápidamente se alejó del puerto con las velas hinchadas por la fuerte brisa.
Durante varios días navegaron por un mar tranquilo, con las velas desplegadas, bajo un cielo de intenso color azul. Artus y Lior recordaban anécdotas de sus pasadas aventuras, mientras Nyx contemplaba fascinado los juegos de los delfines listados, que saltaban y retozaban a ambos lados de la proa del barco.
Sin embargo, cuando estaban a punto de alcanzar su destino, el tiempo cambió. En un momento, se formó una tormenta sobre ellos que estalló con fuertes truenos, haciendo que las olas zarandearan con violencia la pequeña embarcación. Artus y Nyx recogieron las velas mientras Lior luchaban con el timón, intentando mantener el rumbo, sin chocar con los arrecifes.
De pronto, una ola enorme se alzó sobre el barco y embistió contra él con furia. Artus y Nyx cayeron al agua en medio del fuerte oleaje; moviendo con desesperación los brazos y las piernas para mantenerse a flote, los dos hermanos se aproximaron todo lo que pudieron.
—Nada hacia el acantilado —gritó Artus entre el ensordecedor ruido de los truenos.
Nyx asintió con la cabeza, sin querer malgastar las pocas fuerzas que le quedaban gritando y empezó a nadar hacia donde le había dicho su hermano. Artus nadaba ligeramente por detrás vigilando que no desfalleciera.
Cuando ya estaban muy cerca de los acantilados, el mago, haciendo un esfuerzo desesperado, logró invocar un hechizo y por un instante, las espumosas olas que chocaban con violencia contra las rocas, se calmaron permitiendo a los dos agotados hermanos alcanzar una zona segura.
—¿Estás bien? —jadeó Artus apoyando una mano en la espalda de su hermano que, tumbado boca abajo, respiraba entrecortadamente.
—Sí —contestó Nyx entre jadeos—. ¿Y tú?
—Sin novedad —respondió el mago levantándose—. Venga, subamos al templete.
—¿Y Lior? ¿Crees que estará a salvo? —le preguntó Nyx mirando preocupado hacia el embravecido mar.
—Claro que sí —le tranquilizó Artus—. Lior sabe cuidar de sí mismo.
Ascendieron por un estrecho camino y junto al borde del acantilado, vieron el templete de madreperla. Artus, como siempre, entró solo e invocó el hechizo para hacer aparecer la esfera mágica. Estaba guardándola en su morral, cuando escuchó a su hermano llamándolo con urgencia. Salió a toda prisa y encontró a Nyx en el suelo forcejeando con una repugnante lamia.
El muchacho gritó de dolor cuanod la lamia le mordió, clavándole los afilados dientes en el hombro. Artus avanzó, desechando la magia pues luchaban estrechamente, cogió los largos cabellos de la criatura y la apartó de su hermano con pasmosa facilidad. La lamia retorció su esquelético cuerpo, abrió la boca cuajada de amarillentos y afiliados dientes y lanzó un espeluznante grito; luego, echó las manos hacia atrás intentando desgarrar a Artus, pero éste la golpeó con el canto de la mano en la nuca consiguiendo que se desmayara.
Nyx se incorporó vacilante, pasándose el dorso de la mano por la frente.
—¡Estás temblando! —exclamó Artus preocupado—. ¿Te duele mucho?
—No es por el dolor, es por el asco —respondió Nyx con repugnancia extendiendo los brazos. La parte delantera de su túnica estaba manchada por la baba amarillenta de la lamia—. ¡Tengo que lavarme! —Se estremeció de asco.
Artus ayudó a su hermano reprimiendo una sonrisa y bajaron nuevamente a la orilla del mar. Enseguida vieron el barco de Lior y a éste junto a él.
—¡Menos mal que estáis bien! —exclamó aliviado—. Estaba muy preocupado.
—Y nosotros por ti —respondió Artus sonriendo feliz.
Lior miró las ropas sucias de baba y sangre de Nyx.
—¿Qué te ha pasado? —Se inquietó.
—Me atacó una lamia, pero estoy bien —le tranquilizó el muchacho.
—¡Una lamia! ¡Aagh! —Lior puso una cara de dentera que hizo reír a Nyx, antes de quitarse la ropa y lanzarse al mar.
Artus recogió la túnica de su hermano y la lavó en uno de los charcos que se formaban entre las rocas.
—¿Tiene muchos desperfectos El Calderón? —preguntó a su amigo.
—¡Qué va! Está casi intacto —sonrió Lior con orgullo—. Conseguí lanzar un hechizo para calmar un poco la tormenta y aproveché para anclar en la cala.
—Algo parecido hice yo —sonrió Artus guiñándole un ojo.
—De todas formas nos hemos salvado por los pelos —reconoció Lior seriamente, luego se agachó junto a su amigo—. Nyx sólo es un niño, ¿por qué lo has traído contigo?
—¿Qué querías que hiciera? —replicó Artus—. No podía dejarlo solo bajo la amenaza de esa maldita secta. No, por lo menos estando a mi lado puedo protegerlo.
—Quizá tengas razón —convino Lior—. ¿Le has enseñado magia?
—Lo he intentado —suspiró su amigo—. Desde que murió nuestra madre hace tres años, he cuidado de él yo solo y desde hace uno, estoy intentando que aprenda algo de magia pero es imposible. Sólo piensa en comer o en divertirse —gruñó el mago.
—También nosotros solíamos divertirnos mucho en nuestros viajes —le recordó Lior riendo.
—Sí, pero también aprendimos mucha magia —recalcó Artus levantándose y escurriendo la túnica que había estado lavando.
—Voy a buscar una manta seca —dijo Lior viendo salir, por fin, al chico del agua.
Nyx se acercó a su hermano tiritando de frío pero con una sonrisa de alivio en el rostro.
—Déjame ver esos mordiscos —dijo Artus.
—No es nada —respondió el muchacho encogiéndose de hombros—. Ya sabes que  mamá siempre decía que el agua de mar lo cura todo.
—Y tenía razón —dijo Lior riendo al tiempo que le echaba una manta sobre los hombros.
El viaje de regreso transcurrió placenteramente hasta Iliria y de allí hasta Kartum que era el puerto más cercano al último templete.
—Desde aquí están cerca los dominios de la Reina de los Seis Brazos. Mientras tú consigues la última esfera y consultas en la Biblioteca de Zarauz, yo puedo dedicarme a vigilar los movimientos de la secta para enterarme de sus planes —propuso Lior.
—Te lo agradezco —le dijo Artus apretándole la mano afectuosamente—, pero no quiero implicarte en esto a ti también.
—No digas tonterías —se indignó Lior—, somos amigos, ¿no?
—Está bien —sonrió Artus—, de todas formas harás lo que quieras.
—Pues claro que sí —se rió LIor dándole una palmada en el hombro—. Será mejor que empiece cuanto antes.
Abrazó a Artus.
—Tened cuidado.
—Tú también —respondió su amigo.
Luego abrazó a Nyx.
—No desesperes demasiado a tu hermano —le dijo revolviéndole el pelo.
—Has querido decir lo contrario, ¿no? —se rió Nyx.
Aunque reacios a separarse, por fin echaron a andar por caminos diferentes.


8 comentarios:

  1. Hola, Minu!

    Gracias por traernos un capítulo más de estos adorables hermanos. Parece que no hay criatura que no ataque al pobre Nyx, jajajja. Menos mal que siempre cuenta con la ayuda y protección de Artus.

    A la espera de la próxima aventura de estos dos.

    Besosss

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    1. Sí, tiene mala suerte, el pobre Nyx, aunque en el próximo capítulo, será Artus el que se lleve la peor parte. Besoss.

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  2. Hala pobrecito, todo lo acecha!! Una lamia es una mujer serpiente verdad?!
    Esta genial esta historiaa!!

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    1. Sí, a veces se la representa así. Me alegro de que te esté gustando. Besos.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. Hola, Billy. A ver si me da tiempo que poner el siguiente antes de irme a Madrid, es que es más largo y me da más pereza, jajaja. Besoss.

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  4. Hola, Minu. Después de siglos sin pasar por aquí, he vuelto para ponerme al día, jeje. ¡Ya echaba de menos a estos chicos!
    ¡¡Arg!! ¡¡Qué asquito de criatura!! L@s chic@s tienen razón, pobre Nyx parece tener un imán para los bichejos, jajaja.
    Interesante capítulo, gracias por compartirlo.
    Besos

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    1. Me alegro de que vuelvas a pasar por aquí y a leer la historia de estos dos. Me animan mucho tus comentarios, besosss.

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