Me llamo Simbad y soy un perro. Pero no creáis que soy un samoyedo
o un pointer, ni siquiera un pastor alemán, sólo soy un chucho. Nací en un
garaje y, en seguida, el dueño de mi madre me separó de ella para venderme en
el Rastro. Y de esta forma me convertí en el regalo de Reyes para una niña de
siete años.
Al principio todos
me querían y mimaban, pero de pronto, mis patas (y el resto de mi cuerpo)
comenzaron a crecer más de lo debido y me convertí en un estorbo. Un día, mi
dueño me llevó de excursión, lejos de la ciudad. Yo pensé que era el día más
feliz de mi vida porque disponía de un espacio enorme para poder saltar y
correr e infinidad de olores que investigar. Después de un rato, me arrojó un
palo muy lejos y yo corrí entusiasmado a por él, pero al volver con mi amo,
éste ya se había subido al coche y se alejaba de allí. Al principio, pensé que
simplemente se había olvidado de mí y corrí tras él hasta que me fallaron las
fuerzas. Luego volví al sitio donde habíamos estado jugando para esperarle pero
él no regresó.
Después de varios
días, y acuciado por el hambre, decidí abandonar el lugar para buscar algo de
comer pero al intentar cruzar la carretera, un coche me arrolló. El conductor
ni siquiera se detuvo para ver si aún continuaba con vida, siguió adelante como
si hubiera tropezado con un cartón. No sé cuánto tiempo permanecí tendido al
borde de la carretera, pero finalmente un coche paró y una anciana me recogió.
Aún hoy me pregunto de dónde sacó la fuerza para subirme al automóvil. Me llevó
al veterinario, me cuidó, me alimentó y en fin, se convirtió en mi dueña. Con
ella fui muy feliz, pero después de tres años de una existencia placentera, mi
dueña murió y sus sobrinos, los únicos parientes que tenía, no quisieron hacerse
cargo de mí, así que me llevaron a un albergue.
Allí la gente era
amable e intentaba cuidar de nosotros lo mejor posible pero éramos demasiados
perros y gatos y apenas tenían tiempo de acariciarnos. Durante seis meses
aguardé esperanzado a que alguien me adoptara, pero muy poca gente quería
perros adultos y cada vez llegaban más y más animales. Por fin, decidí que yo
mismo tendría que buscar un dueño y me escapé de allí. Lo pasé muy mal,
comiendo desperdicios y durmiendo bajo la lluvia, pero una tarde llegué hasta
la orilla de un río y allí vi a un muchacho sentado sobre una roca, que me
pareció tan solitario como yo. Me acerqué a él y le toqué la rodilla con mi
hocico, él me sonrió y comenzó a acariciarme la cabeza y el lomo. Más tarde me
enteré de que era un muchacho sordo que siempre había tenido muchas
dificultades para comunicarse con los demás; sin embargo, yo no necesito
palabras para hacerme entender y desde el principio nos comprendimos muy bien
los dos. Ahora, yo soy su mejor amigo y él es lo más importante de mi vida y de
nuevo, soy feliz.
Pero no olvidéis
que todavía hay muchos perros y gatos que esperan a que alguien los recoja en
los albergues, en las perreras, en los caminos…
Ohh, Minu!!! Me has echo soltar unos lagrimones que tela. Pobre Simbad, menos mal que al final tuvo el amor de dos buenas personas. Aunque nunca debería de haber pasado por lo que paso. Él tan contento por que lo sacaban de paseo, para descubrir que lo abandona, que triste. Pero esa es la realidad, cada día hay más animales abandonados, sobre todo llegando el verano y es una pena que no aprendan a respetar los derechos de estos animalitos, los cuales también tienen sus sentimientos.
ResponderEliminarBesosss
Hola, Ross. Escribí esto hace tiempo, porque yo tuve un perro que se llamaba Simbad y que lo habían abandonado siendo todavía cachorro en un puerto de montaña, en medio de la nada. No había casas ni nada de nada en montones de kilómetros, así que lo habían dejado ahí para que muriera de hambre. A esa gente que abandona animales, les deseo que cuando sean viejos y estén desvalidos sus hijos los abandonen en una gasolinera cuando se vayan de vacaciones, al fin y al cabo será lo que han aprendido a hacer cuando eran niños.
EliminarHola, Minu. Como Ross yo tampoco me he podido contener las lágrimas. La historia es demasiado real para dejarte indiferente. Hay demasiadas personas que compran o adoptan animales sin ser conscientes del compromiso que están adquiriendo al hacerse cargo de otro ser vivo, que no lo piensan bien y que sin escrúpulos se deshacen de esa carga con la misma facilidad que la adquirieron. En fin, me alegra que tanto el Simbad de tu historia como tu viejo amigo encontraran personas con corazón que los cuidaran. Ojala hubiera más personas así.
ResponderEliminarBesos
Hola, Ana. Me alegro de que te haya emocionado, y ojalá sirviera para concienciar a toda esa gente que compra animales como si fueran objetos en vez de seres vivos que sienten y padecen igual que nosotros. Besoss.
EliminarOh minu, me ha dado mucha tristesa al leer esto, porque es asi la realidad. Las personas son muy malas. -.- me da pena no poder tener mas de ellos, porque ya tengo dos y mi madre le daria un patatus.
ResponderEliminarPero cada vez que veo un abandonado me siento muy mal. -.-
Hola, Saito. Sí, es una pena que pasen estas cosas y que no haya forma de ponerle remedio porque a muy pocas personas les importa. Besoss.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola, Billy. Me alegro de que te haya gustado pero no quería hacerte llorar. Por lo menos esta historia termina bien, aunque la mayoría de las veces, estos pobres animales no tienen tanta suerte. Besoss.
EliminarHola Minu. Leyendo esto, me has hecho pensar en lo que debio pasar nuestra "chula" . Aparecio por mi calle un invierno lluvioso, y mis hijas le sacaban comida a escondidas( eran chiquitas). Hasta que una tarde se presentaron las tres en mi puerta,la perrita mojada y ellas con una cara de " mama, por favor". Desde ese dia, hace mas de cinco años esta con nosotros, y sabemos que fue abandonada, estaba muy "educadita". Tambien creo que la golpeaban pues al principio no podias reñirle, cosa que solo pasaba y pasa porque le gusta mucho sacarme la tierra de una maceta,jeejej..
ResponderEliminarA veces parece que hablaran, igual que Simbad.
Besos.
Hola, Victoria. Yo también me he preguntado muchas veces cuál sería la historia de cada perro y gato abandonado que he recogido de la calle o de las perreras. Por eso, me puse a escribir ésta. Besoss.
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