He vuelto a
soñar con animales. He visto galgos ahorcados que bajan del árbol por la noche
para desgarrar las gargantas de los cazadores que los mataron. Conejos de ojos
sangrientos, atacan a las mujeres que se maquillan con los cosméticos
experimentados en ellos. Los científicos mueren devorados por ratas con
implantes terribles y los visones desollados, abren las venas a las mujeres que
lucen sus pieles.
Sé que estos sueños son una
advertencia, pero nadie me quiere creer. He puesto carteles en las calles
avisando del peligro, pero nadie los lee.
Los perros han comenzado a matar a sus
dueños. Lo he leído en infinidad de periódicos, sin embargo, cuando hablo de lo
que se está preparando, me llaman loco.
En el último sueño que he tenido, las
aves, cubiertas de petróleo, matan a los trabajadores de las petroleras y las
ballenas, heridas por cientos de arpones, hunden todos los barcos que
encuentran a su paso.
He intentado alertar a la Humanidad,
pero es inútil, todos están ciegos. Ya no puedo hacer nada más. Estoy
inmovilizado en mi cama y los tranquilizantes no me dejan soñar. Pero sé que el
final está próximo porque el gorrión que ha entrado por la rendija de la
ventana, hunde una y otra vez el pico en la herida que ha abierto, intentando
alcanzar mi yugular.
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